29 de diciembre de 2011

Expertos alertan de un aumento de maltrato emocional hacia menores y de negligencias

Los hijos cada vez pasan más horas solos en casa esperando a que lleguen sus padres.

Se calcula que entre cinco y quince niños de cada mil sufren agresiones, tanto físicas como psicológicas.

Aunque no existan datos oficiales, se estima que entre 5 y 15 niños de cada mil sufren malos tratos. Así lo han constatado, al menos, los hospitales vascos. La violencia no entiende de edades ni de clases sociales, se da en cualquier familia y no siempre es física, también psicológica. De hecho, los expertos alertan de un aumento del maltrato emocional.
 
"Hay mucha negligencia y abandono, padres que no valoran a sus hijos o no les educan como es debido", explica Maite González, presidenta de la Asociación vasca para la Ayuda a la Infancia Maltratada (Avaim). La asociación ha vuelto a renovar este año un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Vitoria mediante el cual trata de sensibilizar sobre la importancia que tiene permanecer atentos ante cualquier caso sospechoso.


Varias niñas ajenas a esta información participan en una actividad de seguridad vial dentro de un parque infantil.
Varias niñas ajenas a esta información participan en una actividad de seguridad vial dentro de un parque infantil. 


Pero, ¿qué se entiende por maltrato infantil? Los pediatras lo definen como aquellas situaciones en las que el menor no recibe los cuidados que son propios y lógicos para su edad, por lo que engloban un amplio abanico. Entre ellas están, claro, las agresiones físicas, que representan la mayor parte de los casos atendidos, y las agresiones sexuales. Sin embargo, un tercio de las notificaciones corresponde al maltrato emocional o negligencia, un tipo de violencia quizá más difícil de detectar.

González recuerda que cada vez se dan con más frecuencia ciertos fenómenos como el de los llamados niños de las llaves. "Son niños que se posan todo el día solos en casa esperando a sus padres", explica la presidenta de la Avaim. Asimismo, los expertos también califican como maltrato la situaciones en las que las familias no terminan de poner límites a sus hijos. "Son lo que conocemos como niños consentidos", añade.

Ello da cuenta de que los malos tratos a menores no entienden de clases sociales, si bien existen contextos que favorecen la aparición de estas situaciones de violencia, como los entornos con un nivel cultural y socioeconómico bajo, las familias en las que se consumen drogas o medicación fuertes, etcétera... La crisis también ha podido acentuar este tipo de situaciones. "Especialmente si afecta a la pareja, surge un nerviosismo que puede repercutir en el menor", explican desde la asociación.

El colectivo insiste en la importancia que tiene denunciar este tipo de casos. "Hay que perder el miedo a notificarlo, a pensar en que si se denuncia les quitarán el hijo a los padres, lo importante es el interés superior de ese niño", asegura González. En este sentido, existen una serie de indicadores que pueden identificar que se está produciendo un maltrato. En la mayoría de los casos empiezan a tener actuaciones que antes no tenían: fallan las notas, su autoestima baja, se vuelven desconfiados, pierden el sueño, les cuesta concentrarse o sufren constantes cambios en el humor. "En otros simplemente su aspecto es suficiente para que uno se de cuenta, ya que acuden a la escuela sucios, con sueño o con ropa inadecuada para cada estación del año", explican.

Los colegios, las guarderías o los centros de salud (pediatras) suelen ser los primeros en detectar que un niño sufre un maltrato. Ante un caso así son las instituciones (las diputaciones normalmente) las que se hacen cargo poniendo en marcha un plan de acción que sólo en contadas ocasiones acaban por separar al menor de la familia. "Son sólo casos extremos en los que se decide que la familia no es recuperable, en el resto los educadores se emplean a fondo para trabajar con ellos habilidades parentales, para inculcarles hábitos de vida saludables o para establecer unos horarios, por ejemplo", asegura González. Cuando se les retira la custodia, el acogimiento familiar suele ser la principal opción, frente a la adopción o el internamiento en una residencia. "Mediante esta fórmula la familia de acogida tiene la guarda del niño pero no la tutela, que recae en manos de las instituciones", añade.



Fuente:  noticiasdealava.com

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