1 de abril de 2013

Un escáner cerebral muestra qué delincuentes tienen más probabilidad de reincidir


Con un escáner portátil subido a un camión, un grupo de investigadores estadounidenses tomaron imágenes del cerebro de un centenar de reclusos antes de salir de la cárcel. Comprobaron que, a menor actividad en una determinada zona del cerebro, más posibilidades tenían de volver a delinquir y regresar al penal. Los resultados de su investigación abren un nuevo y desasogante camino al uso de la neurociencia en la lucha contra el crimen.Michael_Gazzaniga



     Un grupo de investigadores entre los que está el considerado padre de la neurociencia cognitiva, Michael Gazzaniga, han aplicado por primera vez las técnicas de la neuroimagen al estudio de la reincidencia de los delincuentes condenados. Querían averiguar si el cerebro de los reincidentes presentaba alguna particularidad que les hiciera cometer los mismos errores que le llevaron la primera vez a la cárcel. Comprobaron que sí.
 
     Con la participación voluntaria de 96 presos de dos cárceles de Nuevo México (Estados Unidos), los expertos de la Mind Research Network realizaron una serie de experimentos para medir su actividad cerebral. Los reclusos tuvieron que pasar un test habitual en psicología conocido como pruebas go/no go. En concreto, tenían que realizar la sencilla tarea de pulsar una tecla cuando en la pantalla del escáner aparecía la letra X. La cosa se complicaba un poco porque cada 9 o 10 X salía la letra K. Con esto pretendían medir la capacidad para mantener la atención y el control de respuesta.
     Mientras realizaban las pruebas, los investigadores leyeron el cerebro de los internos mediante la técnica de imagen por resonancia magnética funcional (fMRI). Estaban especialmente interesados en una parte concreta, el córtex cingulado anterior (CCA). Se considera aceptado por la ciencia que esta zona cerebral es clave en el procesamiento del error, la selección de respuestas y, en general, la regulación de la conducta y la modulación de los impulsos, aspectos que aquel simple test de las X y las K buscaba medir de forma indirecta.

     Los resultados, publicados en la última edición de PNAS, son tan claros como intrigantes. Aquellos que tuvieron más errores en las pruebas presentaron una menor activación del córtex cingulado anterior. Y, a medida que la activación se reducía, las posibilidades de reincidir aumentaban. Los neurocientíficos siguieron la pista a los 96 reclusos durante los cuatro años siguientes a su puesta en libertad. Comprobaron que aquellos con una actividad de esta zona cerebral inferior a la media, tuvieron hasta 2,6 veces más de probabilidades de volver a la prisión por un nuevo delito. La ratio aumentó hasta 4,6 en el caso de los crímenes no violentos.
“Los que reincidieron eran mucho más propensos a mostrar una menor actividad en el córtex cingulado anterior que aquellos que presentaron un mayor funcionamiento del CCA”, explica el profesor de psicología de la Universidad de Nuevo México y coautor del estudio, Kent Kiehl. ”Esto significa que podemos estar viendo en una fMRI una parte del cerebro que puede no estar funcionando como debiera, lo que nos da pistas sobre quien podría mostrar una conducta impulsiva antisocial que desemboque en un nuevo arresto”, añade.

     Los científicos, que realizaron las mismas pruebas con un grupo de personas no condenadas, también analizaron otros posibles factores de riesgo, como la edad, la raza, el abuso de alcohol y drogas o su perfil psicológico. El mejor predictor siempre fue el grado de activación del córtex cingulado anterior.

     Sus resultados, que los propios autores recuerdan que habría que revisar e intentar replicar, abren un camino  inesperado a la relación entre neurociencia y crimen. ”Este estudio no sólo nos da una herramienta para predecir qué delincuentes pueden reincidir y cuáles no, también proporciona una ruta a los reclusos bajo supervisión encaminada a terapias más eficaces para reducir el riesgo de una actividad criminal futura”, sostiene Kiehl.
Pero los autores también recuerdan en las conclusiones de su estudio que antes de usar las imágenes de un escáner cerebral en el sistema penal, habría que diseñar salvaguardas para proteger los derechos de los delincuentes reincidan o no.


Fuente: cuartopoder.es

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