12 de mayo de 2012

Condenan a un año y tres meses al torturador de dos cachorros de perros


   LAS CRIAS APARECIERON EN UN CONTENEDOR DE ANTONIO AYUSO Y UNA MURIO POR LAS HERIDAS.
    La jueza considera que el inculpado negó los hechos como estrategia y no por sus problemas mentales. Satisfacción en Adana por ser la condena más alta impuesta a un maltratador de animales en la región.


    Con "satisfacción" ha recibido la asociación Adana la sentencia dictada contra el maltratador de animales que torturó cruelmente a dos cachorros de perros, a los que abandonó a su suerte en un contenedor de basura de la calle Antonio Ayuso en octubre del 2009. 

    La titular del juzgado de lo penal número 2 lo ha condenado por un delito de maltrato a animal doméstico a un año y tres meses de prisión e inhabilitación especial para ejercer cualquier oficio que tenga relación con los animales durante 4 años y tres meses. También debe indemnizar a Adana con 3.280 euros por los gastos veterinarios derivados de la atención que tuvieron que recibir las dos crías en una clínica, pese a los cuales una de ellas tuvo que ser sacrificada.

     A partir de los testimonios recogidos, la jueza tiene claro que la actuación del condenado "revela un ensañamiento, una crueldad enorme hacia dos cachorros totalmente indefensos, no con intención de causarles una muerte inmediata sino lenta, una voluntad de causarles padecimientos por el propio placer de hacerlos sufrir".


 Los cachorros cuando fueron encontrados.

Los cachorros cuando fueron encontrados.


     La condena es superior incluso a la que pedía el Ministerio Fiscal, que solicitó diez meses de prisión, no así a la planteada por Adana, la asociación Justicia Animal y la Junta de Extremadura, que pidieron un año y seis meses. La diferencia radica en que la juez ha estimado como atenuante la alteración psíquica del condenado, pero no ha considerado como agravante el ensañamiento, que está implícito en el delito que se juzga.


     Según el presidente de Adana, Agustín Mansilla, esta pena es la más alta que se ha impuesto en la región por este tipo de delitos, casi el máximo que permitía el Código Penal cuando ocurrieron los hechos, aunque al mismo tiempo la considera escasa y "poco ejemplarizante".


     El condenado, Nicolás B. B., no tendrá que ir a la cárcel porque carece de antecedentes penales y la condena es inferior a dos años de prisión. La jueza considera probado que el 19 de octubre por la mañana, en su domicilio y sirviéndose de unas tijeras, provocó graves heridas a dos cachorros de aproximadamente un mes que había retirado de la perrera municipal. Posteriormente los metió en una caja junto con las partes amputadas y los guantes de látex que había utilizado y varias bolsas y los arrojó a un contenedor.


     Las tijeras utilizadas fueron intervenidas en el registro de su domicilio cuando fue detenido, al que no se opuso. La titular del juzgado deja constancia de que el acusado presenta y presentaba ya alteraciones psicopatológicas encuadradas en trastornos de personalidad con presencia de rasgos de tipo paranoide, obsesivo, "que merma sus capacidades volitivas".


     Cuando Nicolás B. B. fue detenido reconoció ser el autor ante la Guardia Civil y el juez de guardia e informó "espontáneamente de lo que hizo y cómo lo hizo", si bien negó haber colgado imágenes de sus víctimas en internet, hecho con el que en principio se le relacionó. Sin embargo, en la vista oral celebrada el pasado 19 de abril, el acusado se retractó y afirmó que nunca había maltratado a un animal y que si hizo aquellas declaraciones fue por miedo a la Guardia Civil.


     La juez tiene claro que este cambio responde a "una estrategia de defensa" pues en el juicio no aclaró la razón de su temor hacia los agentes. Así, el fallo recoge que las respuestas del acusado en el juicio oral pudieran hacer pensar que eran fruto de sus problemas mentales, pero no es así, sino que "estaban bien calculadas para no salirse del guión".


 El inculpado apareció en la vista oral oculto bajo unas gafas y la capucha del abrigo.
El acusado, Nicolás Buiga Bueno durante el juicio, con capucha y gafas de sol.


     En la identificación del ahora condenado fue fundamental la declaración del joven que trabajó durante un año en la perrera municipal, a la que el procesado se dirigió "frecuentemente" interesándose por cachorros de corta edad. Este trabajador afirmó que llegó a llevarse unos 30 cachorros "y si bien sobre el destino de los mismos no puede pronunciarse esta juzgadora, ni se ha formulado acusación al respecto ni se ha desplegado prueba alguna, sí es un indicio importante".   




Fuente: lacronicabadajoz.com

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