El cóctel de discotecas, alcohol y drogas hizo subir un 30% las agresiones y abusos sexuales en Madrid.
Madrugada del día 1 de enero. Una joven de nacionalidad española pide un taxi para dirigirse a la zona de discotecas de la calle Orense. Una vez que sube al coche, y sumida en la más profunda ebriedad, consigue articular palabra para denunciar entre lágrimas al conductor que acaba de ser violada.
Conoce a su agresor hasta el punto que aporta una fotocopia del documento de identidad del autor, un joven marroquí que la forzó esa misma noche a mantener relaciones sexuales después de ir ambos hasta la bandera de alcohol y otras sustancias. El taxista avisó a la Policía Nacional y la víctima fue trasladada a dependencias policiales siguiendo el protocolo de actuación.
Casos reales como el relatado se han repetido una y otra vez durante las celebraciones navideñas en Madrid hasta incrementarse en un 30% las alertas registradas de la Policía Nacional de delitos contra la libertad sexual. En la mayoría de los casos, producidos por parte de autores conocidos, informan fuentes expertas. Este hecho hace que se eleve en un 5% el número de agresiones y abusos sexuales en las cifras del año.
Récord en 2010
No es baladí teniendo en cuenta que en la región hay una tendencia ascendente en delitos contra la libertad sexual. De hecho, según recoge el último informe emitido por la Fiscalía de la Comunidad de Madrid, en 2010 se batió récord con cuatro agresiones sexuales al día. En total se cifraron en 1.552, casi un 27% más que el año anterior (1.134). De los mismos, 120 fueron cometidos por menores, otra tendencia al alza.
Los casos siguen incrementándose. En 2011, la Policía Nacional ha recibido más de 550 alertas de agresiones sexuales sólo en el municipio de Madrid y ha detenido a más de 350 personas. En 2010, las cifras fueron inferiores.
Al cabo del año son también las agresiones sexuales con autores conocidos las que más se repiten, informan fuentes policiales.
Fiestas universitarias, y sobre todo guateques en pisos de inmigrantes, son los escenarios donde más se reproducen.
Los casos de violaciones en serie son casi nulos en la Comunidad de Madrid, aunque alguno existe. «Son cazadores que van en busca de la víctima. Llevan vidas normales e incluso tienen su pareja. La investigación en estos casos es complicada porque a veces actúan en diferentes ciudades», especifican fuentes expertas.
Es el Servicio de Atención a la Mujer (SAM) de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) perteneciente a la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid la que se encarga de canalizar y coordinar todos los delitos contra la libertad e indemnidad sexual en la región. Cuenta con trece secciones. En la capital, donde más casos se registran, un total de 38 agentes velan durante 24 horas por la seguridad de la mujer. Una trabajadora social se encarga de atender a las víctimas.
Los agentes también han de comprobar que el caso denunciado no sea simulado. Desde el SAM especifican que en los últimos años se ha producido una disminución en el número de engaños «por la permisividad médica para la interrupción voluntaria del embarazo y la Ley de plazos».
Esta unidad recibe todas los permisos carcelarios de agresores sexuales, así como la comunicación, vía Interpol y el Servicio de Atención a la Familia (SAF) central, de otros delincuentes internacionales que viajen o se establezcan en la región. El control hacia los mismos se estrecha.
Más menores agresores
Dos mujeres que han sufrido algún tipo de agresión sexual son atendidas en la primera asociación de atención a víctimas de agresiones sexuales que nació en España: CAVAS. Al cabo del año, atienden a 700 mujeres. Tina Alarcón, su presidenta, alerta de que en los últimos años ha crecido el número de menores agresores sexuales, o al menos, les llegan más víctimas de entre 11 y 13 años.
«Actúan varios niños en pandilla en el entorno del instituto. Agreden habitualmente a la chica más popular, la más “lanzada”. Si saben que han salido con más chicos, ellos también quieren que salga con ellos o que le hagan cosas. Como muchas veces no tienen ni erecciones se dedican a “jugar” con objetos con el órgano femenino de la menor, produciéndole graves lesiones», expresa.
Alarcón hace hincapié en que lo peor no acaba para la víctima cuando se hace justicia con el agresor sexual, sino que hay que enfrentarse a la familia, «que ésta te crea o no», y después «que el juicio es extremadamente largo» (entre uno y tres años), donde tienen que vivir una y otra vez el calvario. Alarcón pone el acento en dar más prioridad a este tipo de delitos por parte de la Justicia. Además, reclama mayor rapidez a la hora de celebrar los juicios.
Fuente: abc.es
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