"Nos gusta esta Policía. Y nos gusta que esté aquí con nosotros", explica convencida una de las acampadas en Sol.
Fue Nikky Schiller, mi particular y bella musa del cyberpunk, la que me hizo reflexionar la otra noche. "Nos gusta esta Policía. Y nos gusta que esté aquí con nosotros". Me lo dijo convencida, poco después de recibir unas lecciones breves y magistrales de un grupo de Bomberos de Madrid, a cual más guapo, por cierto, que estos días explica a los acampados las reglas básicas sobre lo que deben y no deben de hacer en caso de que se declarase un incendio.
Los carteles de los indignados solapan la valla gigante de un anuncio de Paz Vega. JUAN MANUEL PRATS
Otra escena acabó de convencerme. Ocurrió el viernes. Uno de los acampados se acercó a los guardias civiles que custodian la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol, y les ofrecieron agua y comida. El guardia la rechazó con una sonrisa de complicidad tan sincera y agradecida, que le premiaron con aplausos.
Mi conciencia nunca me hubiera perdonado escribir de lo que estos días ocurre mágicamente en Sol y no mencionar cómo merece otro de los grandes protagonistas del éxito: la Policía. A más de uno estas palabras le provocará escozores. Pero les aseguro que son de justicia. Nos hemos acostumbrado tanto a dar, criticar y vapulear a los agentes antidisturbios, que solo son noticias cuando arrean, y sabe Dios que arrean, porque lo he visto, y en numerosas ocasiones lo he denunciado. Y si no que le pregunten a la Brimo de los Mossos d'Esquadra.
Pero al César lo que es del César. Qué bien lo están haciendo los casi 300 agentes de la Unidad de Intervención Policial (CNP) del Cuerpo Nacional de la Policía desplazados a la Puerta del Sol. Y qué bien están trabajando, con qué discreción los servicios de información y sus agentes de paisano camuflados.
Discreto dispositivo
Cuánta inteligencia de los dos inspectores jefes al mando de la UIP que han diseñado un dispositivo tan discreto, que en ocasiones uno se olvida incluso de que están. Las furgonetas están en la plaza de Callao, junto a la Gran Vía, en los alrededores, pero en Puerta del Sol, solo las furgonetas imprescindibles. Y el viernes por la noche, a la hora cero y más crítica de todos estos días, la presencia se redujo al mínimo. No han necesitado intervenir. Y cualquiera de los policías te cuenta que están sorprendidos y encantados con la actitud de los acampados y de la manera en que los organizadores están gestionando el orden y la disciplina en Puerta del Sol.
Esos mismos policías y algunos de los acampados se han visto la cara muchas veces. Se han visto las caras y no me cabe la menor duda de que alguno en una manifestación ha sentido el latigazo de dolor que produce una defensa, vaya, una porra, en la piel. Pero estos días han conversado. Les ofrecen agua, comida. Una joven me contaba ayer, viernes, que alguno de los agentes le había confesado que estaría allí protestando. Que él era policía, pero también un ciudadano indignado.
Y qué buena la actitud de los acampados con los agentes; también es modélica. Ni una mala cara. Ni un mal gesto. Y apenas una valla les separa. Han integrado a los policías en su paisaje y saben que ante cualquier conato de desorden público o provocación que no puedan atajar sus servicios de orden y respeto, pueden recurrir a ellos.
Relajados y tranquilos.
Y qué buena también la actitud de los agentes antidisturbios, en ocasiones chulesca y prepotente, cuando se trata de trabajar en determinadas concentraciones. Estos días se les ve relajados, tranquilos y de un buen rollo que hasta permiten sin poner malas caras o dar la espalda que la gente se fotografíe delante de ellos para el albúm de estos días que revolucionaron las conciencias. Pero serán fotos diferentes. Porque, aunque solo sea por una vez, y que sirva de precedentes, tanto los que protestan como los que protegen, sonríen.
Fuente: elperiódico.com
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