Decenas de agentes, con los últimos minutos de luz del día, rastreaban ya a mano una parte de la parcela de Las Quemadillas donde sospechan que José Bretón podría haberse desecho de sus dos hijos de 2 y 6 años, tras matarlos, y que se echan en falta desde el sábado. La Policía tenía, al cierre de esta edición, escasas esperanza de encontrar con vida a los pequeños, cuya desaparición denunció el propio padre poco antes de las seis y media de la tarde del sábado en el Parque Cruz Conde. Los investigadores, después de peinar la finca de cultivo de los abuelos paternos, de unos 6.000 metros cuadrados, durante todo el día descubrieron tierra removida recientemente.
José Bretón, conductor de ambulancias en paro y exmilitar, permanecía (al cierre de esta edición continuaba allí) en el interior de la casa rodeado de agentes que lo interrogaron durante más de seis horas sin lograr que confesara lo ocurrido el sábado: «Yo lo que quiero saber es dónde están mis hijos porque tengo un dolor enorme», repetía una y otra vez, semiausente, tras contar una secuencia de hechos con zonas oscuras. No se derrumbó en ningún momento pese al cerco policial, el ruido del helicóptero sobrevolando los terrenos y los ladridos de los perros de la unidad canina marcando una pista.
«Asombró su frialdad»
Tampoco dio muestras de abatimiento cuando los investigadores descubrieron a primera hora los restos de una hoguera reciente entre cuyos carbones había algunos huesos. Una antropóloga de la Policía Científica trata de determinar si se trata de restos humanos o de animal. No perdió la compostura el sábado cuando en el registro de su coche los policías hallaron dos cuchillos y cinta aislante, que según fuentes policiales parece que no fueron usados.
La denuncia de Bretón de que José (de dos añitos) y Ruth (de seis), se le extraviaron en el parque cuando los perdió de vista un momento era la única explicación que salía de su boca. «Fue muy parco al denunciar. Demasiado. Y contándolo parecía que estaba viendo un partido de fútbol. Asombró su frialdad», explicaron fuentes policiales.
La Policía no le cree; no le ha creído desde el principio. Ni un solo testigo vio a este hombre con sus niños el sábado en el parque, pese a que él asegura que estuvo allí. La denuncia de la madre de las criaturas Ruth Ortiz en la Comisaría de Huelva en la madrugada del sábado al domingo —cuando ya conocía la desaparición— apuntala el descreímiento. José, su marido, del que se separó hace menos de un mes, la amenazó con que no iba a volver a ver a los niños si no aceptaba la custodia compartida. Ruth, que aún no había firmado el convenio regulador para fijar las visitas de los críos, cedió y dejó que él se los llevara a Córdoba para visitar a los abuelos.
La secuencia de los hechos que barajan los investigadores —a la plantilla cordobesa se sumaron especialistas de Homidicios de Sevilla y Madrid— es la siguiente. José Bretón viajó con sus hijos a Córdoba —allí se había trasladado él tras la separación—el viernes. Los niños se quedaron el sábado por la mañana con los abuelos en la casa familiar de la calle Don Carlos Romero, en La Viñuela. Poco antes del mediodía, el padre se presentó allí y dijo que se llevaba a Ruth y a José a comer con un amigo. El hijo y sus progenitores discutieron quizá porque éstos barruntaron que algo no iba bien. Los pequeños salieron con el padre y ya nadie los volvió a ver. El anunciado almuerzo nunca se celebró. A las 18.20 horas de la tarde llamó al 112 y denunció la desaparición de los niños. Aseguró que habían llegado allí a las 17.45 horas, aunque no hay un solo testigo.
Los investigadores sospechan que desde la casa de los abuelos condujo hasta la parcela de Las Quemadillas, propiedad de los padres, que dista unos kilómetros del casco urbano y acabó con la vida de los pequeños. A continuación se deshizo de los cuerpos, en ese mismo lugar o en alguno no muy distante, e inventó la coartada de que José y Ruth se le habían perdido en el parque. Otras fuentes oficiales no descartan todavía la posibilidad de que sigan con vida.
José aún tuvo tiempo de llamar a la madre de los niños, con la que se casó hace unos nueve años. Ruth Ortiz no cogió el teléfono —al parecer él la acosaba con frecuencia—, de forma que la mujer se enteró de lo ocurrido cuando la telefonearon desde la comisaría de Policía de Huelva. Horas después ella se presentó y denunció a su ex pareja por vejaciones; eso sí, se refirió a hechos ocurridos hace meses.
La pareja se conoció en Córdoba, de donde es natural José y adonde se había trasladado Ruth para estudiar Veterinarias. Vivieron un tiempo aquí y en Almería hasta que recalaron en Huelva de donde es ella, funcionaria de la Junta en temas sanitarios.
Fuente: abc.es
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